Mañana blanca

Paisaje nevado

El blanco es el color de la pureza y la inocencia. El color de los sueños y de las nubes. Es el color de la nieve que cae del cielo y teje un hermoso manto sobre el suelo, los árboles, los coches…

Son blancos los copos que al caer del cielo forman una fina cortina que cubre el mundo aislándolo con su frío. Es una hermosa escena la de presenciar una nevada, desde casa o desde la calle. Escena bucólica para quien no está acostumbrado a ver nevar.

Con la nieve todo se vuelve mágico y saca risas trayendo por un momento el olvido de los pesares que nos atormentan durante nuestra vida. Nos convierte en niños y jugamos a lanzarnos bolas de nieve unos a otros, creamos muñecos de nieve o paseamos sobre improvisadas pistas en la calle.

Para quienes el invierno solo es frío que cala hasta los huesos, lluvía helada que penetra a través de las múltiples capas de ropa, labios cortados o manos púrpuras, despertar una mañana y ver la ciudad blanca es más de lo que se puede pedir. Es la ilusión de todo niño, joven o adulto que sonríe al ver la extraña estampa invernal. Pero si encima continua nevando, es aún más maravilloso. Es la prueba que lo que vemos no es una ilusión si no una realidad que trae consigo la oleada de frío siberiano que acecha a Europa sin intención de volver a su territorio en las estepas de Siberia.

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