Mis ojos lloran hoy lágrimas de tinta por cada palabra escrita y perdida. Por cada hoja entregada a desconocidos que no entenderán mi arte, mi escribir, mi todo; y que no me ha sido devuelta.
Me enfado con mi mente por no ser capaz de recordar cada palabra, cada expresión que escribo porque sé que cada vez que uno escribe, lo que hace de una manera y con unas palabras que hablan de cosas. Hablan del estado de ánimo, del tiempo dedicado, el fin del texto… Y nunca se podrá reproducir por dos veces igual.
Me enfado con mi boli que no guarda cada trazo escrito por sus gotas de tinta que salen inexorablemente por su punta y que mueren en el papel. Pero realmente no mueren, pues cualquiera que sepa entender su rastro, las hará resucitar y las transformará a otro nivel.
Pero no me vale este consuelo. No me vale. Porqué yo nunca las volveré a oír ni a ver. Son mis hijas que han partido a un futuro incierto. Temo por ellas porqué sé que seguramente encontrarán un trágico destino. Hay pocas esperanzas que se salven de la quema. Pobres hojas, pobres palabras las he condenado a la perdición y al olvido.
Yo os quiero pero me obligan a desperdiciados, a llevaros al paredón. Soy la primera que no quiere ese destino.
Ojos llorosos, no alarguéis mi pena. Ya me es muy grande sin tus sollozos, sin tu tinta que mancha mi cara.
Do.lobera 