Fidelidad:
Se fiel a tus principios y creencias. Nunca hagas algo que consideres que está mal por mucho que la gente te incite a ello; pueden estar equivocados y seguirles puede llevar a la pérdida de identidad.
A pesar de todo, hay que tener en cuenta que las creencias pueden cambiar a lo largo de la vida con motivo de nuevas experiencias triunfantes o fracasos, pero recuerda la existencia del bien y del mal en cualquier acto y rígete por aquellos que hagan el bien.
El valor:
Ser valiente no significa tirarse de lleno a lo desconocido y esperar que las cosas vayan bien; en realidad eso no significa más que estupidez. La valentía por sí sola no demuestra nada. Para ser realmente valiente hay que pensar mientras se lanza a lo desconocido, trazar un plan y estar preparado para lo que pueda suceder. Hay que considerar el motivo que nos arroja a ser valiente para saber si lo vale.