Papel escrito a mano, que huele a nuevo o a viajo. Es algo inigualable. Te hace sentir la personalidad del escritor, sus dudas, sus tachones que indican la imperfección manifiesta de los dioses de la escritura.
Es hermoso, es táctil, son hojas que se pueden pasar hacía delante y hacía atrás para recordar el pasado, con su letra y sus expresiones y así poder avanzar hasta el presente y, tal vez, llegar a ese futuro incierto que aglutinará toda la vida de la persona como un diario lleno de historias y poemas que reflejan el sentir del escritor.
Papel, hojas… que se pueden coger y abrazar.