Sentía que se hundía más y más en las profundas y oscuras aguas, como si una mano negra la evitase salir a flote y buscaba mantenerla allí, llevándola a descansar en el lecho marino.
Intentaba luchar con todas sus fuerzas, usando sus pies y manos, por deshacerse de ese agarre y poder alcanzar la superficie. Pero había olvidado donde quedaba esta y donde el fondo, no por ello cejaba en su empeño. Intentaba bucear, buscando un punto donde esa presión se hiciera más liviana y le permitiera salir a flote.
La oscuridad del mar la estaba dejando ciega. El sepulcral silencio le era insoportable y le perforaba los oídos. Se encontraba sola en el inmenso mar.
Cuanto más tiempo estaba, más desamparada se sentía, como si fuera su destino morir sin amigos, sin su familia… Únicamente ella y el océano. La soledad era insoportable y la hacía desear morir allí abajo. Dejaba de bracear e intentar salir a la superficie. Se hundía cada vez más.
Cuando casi estaba por asentarse en las lomas submarinas, oyó unas voces, ante sus ojos aparecieron sus momentos felices, sus alegrías… Su vida.
Sus fuerzas volvieron y la mano invisible que la hundía, frenó su presión. Buceó, abriéndose camino en las oscuras aguas, buscando salir al aire libre. Cientos de peces empezaron a rodéarla, acompañándola. Mientras ascendía, se encontró con sus amigos que buceaban buscándola.
Su cabeza fue la primera en romper la barrera que separaba el aire fresco de el agua. Respiró el aire fresco que aliviaba todo su ser. Había lanchas que la buscaban. Todas se volvieron y acudieron en su rescate. Los buceadores la ayudaron a subir a ella.
Se alejaban de aquel lugar, aquel mar oscuro, volviendo a la luz, al sol.
Do.lobera 