Letras que forman palabras, palabras que forman frases… y todas ellas se unen hasta formar discursos, relatos, novelas, tesis… Cada día miles de personas escriben algo, con más o menos sentido. Textos que pueden permanecer ocultos hasta el fin de los tiempos, otros corren mejor suerte y pueden ver la luz en determinados círculos, y, están los que son editados.
Miles de escritos, novelas, que llegan de forma fácil a las personas, que, con solo abrir la tapa, quedas sumergido entre sus páginas. Son tantos y con el pasar de los días crecen, que no basta una vida para conocer por lo menos lo básico, un simple resumen de todos ellos.
Todos llevan un mensaje en su interior. En ocasiones repetido en distintos relatos y con diferentes matices. Un gran conocimiento a veces temido y destruido en grandes purgas, ocultos a nuestros ojos. Quien pudiese abrir ese camino a tantos conocimientos, quien tuviese el tiempo de adquirirlos pues todo conocimiento es sagrado y hay que conservarlo, ampliarlo. Tener la capacidad para obtenerlos sin miramientos ni prejuicios, cómo un gran juez que debe mostrarse imparcial.
Pero el tiempo es traicionero y se nos echa encima, robándonos horas de hermosa lectura, acercándose a cada paso a la plácida muerte que en su descanso eterno, tal vez obtengamos el infinito tiempo para deshojar los millones de libros que lanzan al mundo los escritores de todos los rincones del planeta.
