Mi paraíso perfecto se trata de un maravilloso jardín, con rosales y árboles grandes que den sombras sobre los bancos a sus pies. Tiene que tener varios caminos empedrados que recorran el jardín hasta sus rincones más recónditos y hermosos. Una pérgola invita a los amantes a sentarse y hablar, a amarse en ese santuario envuelto entre enredaderas.
Es un jardín a orillas de un pequeño lago al que cae con estrepitoso sonido una cascada sin llegar a molestar la calma del lugar. Después continúa con calma hacia el lejano mar. Se respira tranquilidad en el ambiente y se oye el sonido de la naturaleza.

Lugar secreto, en medio del bosque, aguarda por mí. Me tranquiliza y serena. No existe la fealdad y todo brilla a su alrededor.
Una casita permite el descanso de los que acuden allí. Casa de piedra que cuenta con todas las comodidades del hogar. Lleno de luz y con una chimenea que calienta en los días de invierno.