Si llegase un día en que la inmortalidad fuera posible y si solo fuera para una única persona, no sería posible que, llegado un momento, odiase ser inmortal. Y es que vivir para siempre puede ser una maldición. La gente que se ama acaba por morir y, aunque se pueda conocer nueva gente a la que amar, está también fallecerá.

Al final, de qué sirve una vida eterna si está vacía, qué sentido tendría una vida tan larga. Lo único sería alimentar los deseos egoístas de un individuo que acabaría por intentar hacerse con el control del mundo. Al final, se volvería loco en un mundo que sentiría que no es el suyo. O olvidaría quién es y de dónde procede, convirtiéndose en su propio enemigo.
La inmortalidad es un deseo largamente anhelado por la humanidad que esconde una maldición que a nadie parece importar hasta que un día, al alcanzar la inmortalidad y ver que a su alrededor no queda nadie de los que amaron, se sientan solos. Pues el tiempo sigue avanzando hasta para un inmortal.