Sin embargo, aquel lugar, la ciudad y el mundo aledaño, no fue siempre tan apacible.
Hace muchos, muchos años, el mundo se vio sumido en una época oscura, de caos y destrucción. Durante ese tiempo, se cometieron crímenes terribles. Pueblos enteros fueron destruidos, desaparecieron y sólo quedaron las cenizas y la sangre esparcidas por el suelo, a merced del viento.
Todos estos terribles actos, estaban abanderados por Némesis, un hombre que renegó de su mundo y se instaló en la negrura del cielo, lejos de los dominios de la Luna. Allí, recurriendo a artes oscuras y encerró con su poder a la Luna y las estrellas que no pudieron proteger el mundo que por siglos habían iluminado.
Burlando a la propia muerte, creó un poderoso ejército de demonios y criaturas oscuras venidas del más allá. La llamó la Legión Prohibida pues ni en el mundo de los muertos era aceptada y la habían obligado a vagar por toda la eternidad.
La humanidad, en todos sus aspectos, estaba condenada a desaparecer de la faz de la tierra entre terribles sufrimientos, que en ningún caso, merecían; pues con todos sus defectos y vicios, ningún ser merecía una agonía como aquella que terminó con la muerte de miles de seres vivos.
Pero Némesis no contó que Serenita Luna, con su premonición de diosa consintió la encarnación de una de sus hijas para salvar el mundo con el poder oculto en el corazón humano. Cuando despertó su poder, rompió el sello de su ama y ambas encerraron a los malvados. Mientras era encerrado Némesis juró vengarse de ellos. Prometió volver y acabar lo que empezó.