Uno, acostumbra a pensar que su vida está asentada sobre la tierra, profundamente arraigada, cómo los árboles que echan raíces y se mantienen firmes frente al feroz envite del viento… Pero la realidad, se parece más a los pájaros que viven en la tierra buscando el sustento y luego alzan el vuelo.

Sobrevuelan, gracias a sus alas, la tierra, océanos. Arriesgan la vida como el trapecista que anda por la cuerda floja confiando en su habilidad. Así son los pájaros, vulnerables en las alas que baten orgullosas y, sin embargo, se enfrentan al peligro pues su naturaleza es volar. Un solo fallo, les puede precipitar al vacío miles de metros y encontrar su muerte.
Anda la vida en la cuerda floja en un equilibrio que tan pronto te mantiene erguido como te abre un agujero bajo tus pies. Un agujero que traga todo a su paso, como un huracán destructor. Y sin embargo, no se puede hacer nada, únicamente aprender a no caer, a estar en la cuerda floja y lograr llegar a un puerto seguro.