La lucha ha terminado en la tierra. La legión oscura ha sido sellada nuevamente con un poder superior al de milenios atrás y en la tierra solo queda la joven medio viva, medio muerta, sin ningún deseo de vivir. Las estrellas piden que viva, pero sus heridas son graves y no siente apenas el mundo.
Las suplicas de las niñas han llegado al palacio de la Luna, y su hijo Janssen parte raudo en su busca.
Desciende de los cielos y recoge el cuerpo desvanecido de la joven y la lleva consigo a su palacio, pues se ha ganado su estancia en el santuario de la diosa.
Con cuidado, la lleva a uno de los suntuosos aposentos con los que cuenta el palacio y la deja en el lecho. Tras él, aparece su madre Serenita Luna. Janssen se aparta y deja espacio a su madre que cura las heridas de la guardiana y borra de su mente los malos recuerdos.
Pasa la noche y llega el día y Lucy, valiente guardiana, abre los ojos y se encuentra con los ojos plateados de Janssen que ha pasado la noche a su lado. En ellos se ve reflejada como nunca antes se vio y tras mucho tiempo siente un vuelco en su corazón.
Por fin entiende que, la persona que estuvo esperando era él. Siempre lo fue. Lo decían las estrellas y la luna pero era un mensaje complicado que se ha abierto frente a sus ojos en esta mañana.
Janssen la toma de su mano y la muestra a la corte de su madre, a donde han ido las estrellas a saludar por fin a su amiga. Empieza su reinado bajo el consentimiento de Serenita. Pues en el mundo a sus pies no hay ningún peligro cercano y la paz reinará por muchos siglos.