
El cielo se oscurece, el aire se vuelve completamente gélido y empiezan a caer los primeros copos de nieve. Pequeños cristales de hielo que cubren el suelo y los tejados, en pequeñas capas que se superponen hasta formar una gruesa capa de nieve.
Capa de nieve que te hunde los pies, lo tobillos… la nieve penetra en los zapatos calando el frío a través de unos gruesos calcetines llegando hasta los dedos. Manto que adormece a la tierra, a los animales y plantas que hibernan y se regeneran a la espera de la dulce primavera.
Crea la nieve bastos desiertos blancos que no permiten tener ninguna referencia. Un paisaje desolador que no da tregua con su frío y el sentimiento de soledad y desamparo que se extiende más allá del blanco horizonte. Pero solo es una cara, la de aquellos que se abren camino a través de la helada estepa.
Para aquellos que se divierten y juegan con ella, llega a ser cálida, agradable y sociable. Es bien recibida.
Nieve, nieve.