
Tres son los reyes que, a lomos de sus fieles camellos, cada año salen cargados de regalos para repartir entre los niños.
Así cumplen con la tradición de repartir regalos a los niños que se han portado bien tras un año de duro trabajo; y animan a los más pequeños a que mantengan esa conducta ejemplar que tan buenas recompensas les traen.
A su marcha, tomarán los dulces que bajo el árbol se hayan puesto. Dulces que les dan energía para la larga noche, para la vuelta a casa.
Al llegar el amanecer, los tres partirán ya sin regalos para descansar pues tras los miles de años vividos, bien merece un descanso tras tan buena acción.
El año que viene, volverán hasta que no queden niños a los que un regalo dar.