Era la sala de la magia, sus colores la delataban, pues en cada uno de ellos residía el poder de numerosos hechizos.
Hechizos que daban forma a la habitación y la habían hecho adquirir una decoración de ensueño. Y por ello también era conocida como la habitación de los sueños, donde los jóvenes magos acudían para dejar volar su imaginación.
Tan mágica era que, en ocasiones, los hechizos salían de sus colores y flotaban en el aire para deleite de los jóvenes magos y sus profesores. Siempre, con una lección para aprender.