Todo el mundo mágico conocía quienes habían perecido aquella fatídica noche. Todos lamentaban las muertes de James y Lily Potter. Eran demasiado jóvenes, una joven familia con un futuro por delante… Ya nadie les olvidaría.
Pero aquella noche murió otra persona y no fue Lord Voldemort, quien desapareció en la noche demasiado débil, casi una sombra. No, otra persona murió aunque nadie se dio cuenta. Su corazón dejó de latir al ver a sus amigos muertos. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Su mundo quedó destruido, muerto. Jamás supo afrontar su muerte, tampoco se lo permitieron.
Su mente se quedó atrapada para siempre en aquel momento, en sus veintiún años de entonces. No importó cuantos años viniesen después. No logró madurar. Su corazón y su mente no lograron evolucionar, en permanente estado de shock. Se limitó a vivir sin un objetivo ni meta.
Abrazó la muerte con agrado. Llevaba demasiado tiempo esperándola, que viniese por él y lo devolviese al lugar donde pertenecía . Después de quince años de muerte en vida, finalmente podría descansar.
Porque él, Sirius Black, murió junto a su amigo, su hermano. Nadie lo supo ver, porque la gente no sabe ver más allá de lo que la realidad les muestra.