No conocía el mundo, pues nunca había salido de su torre, sólo por los libros que leía y las historias de su madre, podía imaginar cómo podía ser, cómo era realmente. Para ella solo eran palabras, palabras a las que dar color y forma con sus dibujos, unos dibujos que decoraban cada rincón de aquellas paredes de su techo y de los muebles.
Sí, no conocía el mundo, pero se había creado uno propio, uno que solo era suyo, pero sabía que ese mundo suyo no era real, en la realidad estaba fuera, fuera de su torre…
Quería salir, quería conocer ese mundo y poder seguir dibujando en él ese otro mundo suyo para que juntos al fin pudieran ser unos…
Tan solo tenía que salir de su torre y seguir las luces flotantes…
