La grulla pasea por la orilla del lago amparada por la bruma. No busca nada, solo disfruta de la tranquilidad que estas horas tempranas ofrece a la laguna, hogar suyo y de su familia.
Camina sin hacer ruido, sin perturbar la paz del lugar, encontrándose de vez en cuando con algún vecino del lugar que, como ella, también ha salido a disfrutar de un breve paseo.

Pronto el sol se alzará y se llevará consigo la bruma. Devolverá la vida al lago y ella alzará su grácil vuelo en un paseo por los bosques y montañas. Alzará el vuelo para sentirse libre, para que el aire la guíe y la abrace. Más su vuelo, tarde o temprano la devolverá al apacible lago que la amparará para su descanso, para que se refresque tras el vuelo.
Volverá a su hogar al caer la noche y dormirá hasta la llegada del nuevo día que traerá nuevas aventuras y vivencias en el tranquilo lago.