Tras las intensas lluvias, el torrente se encuentra lleno de agua, un agua tranquila que fluye por el caudal. A su paso, riega con vida la tierra que circunda el torrente por tanto tiempo seco.
El agua de la lluvia que lleva el torrente es vida, y fluye por su caudal haciendo resonar una alegre y suave melodía que llena el corazón de quien la escucha aportándole la paz que la ciudad y la sociedad se han empeñado en quitar.

Tan simple y gratificante es ver fluir el agua del torrente tras la lluvia que todo queda en el olvido. Pero el olvido no puede quitar lo que es bello, tranquilo, melodioso, simple… Su esencia no se ve alterada por el hecho de que las personas se paren a observarlo, más si se paran, él puede cambiar a las personas.
Por tanto, si ha llovido, si conoces un torrente, acude a él a observar como su agua fluye tranquilamente por él. Déjate llevar por él, por su tranquilidad y descansa de este ajetreado mundo por un momento. Sé solo tú, el torrente y el agua que desciende hasta el mar.