
En el salón del trono, rodeada por sus fieles consejeros, la niña reina se daba cuenta de que su planeta estaba próximo a la invasión, que no se estaban produciendo acuerdos entre los embajadores y la federación. Estaba en una situación muy delicada, cualquier decisión buena o mala afectaría a su pueblo, un pueblo al que servía y al que debía proteger.
Atacar no era una opción. No contaba con un ejército profesional, solo unos soldados voluntarios que no serían rivales para el ejército droide de la federación. Y aunque tuviese un ejército estaría dándoles razones para que les invadieran y, en ese caso, no tendría ayuda. Confiaba en que los embajadores finalmente resolvieran la situación o de lo contrario estarían perdidos, mucho más que en aquel momento.
Por ello, sabedora de sus limitaciones y aún con la esperanza de las negociaciones, dijo con voz clara y fuerte:
“No toleraré una actuación que nos conduzca a la guerra”
Sobre la escena de la Reina Amidala al inicio de la Amenaza Fantasma