Ayer, viernes 13 de noviembre se conmemoró el día internacional de las librerías, esos lugares de culto donde moran cientos y miles de libros esperando encontrar un hogar definitivo. Es un día muy importante pues, con él, se busca promover la lectura entre una población que cada vez pasa más tiempo entre dispositivos digitales consumiendo todo tipo de contenido multimedia, entre las redes sociales o las plataformas de Streaming como Netflix o Amazon Prime. Pero mucho de ese contenido no existiría sin los libros.

Los libros, esos objetos llenos de letras que abren portales a otros mundos, donde nos podemos convertir en los mismísmos protagonistas… Pero a qué lugar va uno a buscar estas fuentes inagotables de imaginación, pues a una librería.
Basta entrar en estas tiendas para sentir una onda impresión por todos los libros que guarda, por toda esa cantidad de ideas vertidas en sus páginas. Al entrar, uno no sabe donde mirar, libros y libros por doquier. ¿Cuál será mejor abrir primero? ¿Cuál será mejor comprar? Cada uno tiene su preferencia, una temática que le llame y sin duda en los libros encontrará un aliado, un amigo.
Esta sensación es única y sólo se puede sentir al entrar en una librería o una biblioteca. No es posible que una tienda virtual la consiga reproducir, igual que no es posible que un libro digital nos permita sentir su olor, la sensación al pasar cada una de las página, o incluso atraparnos en su historia de la misma manera. Por ello, las librerias son muy importantes, auténticos templos de saber, que esperan que traspasemos sus puertas para ofrecernos sus libros.

Hoy en día todavía proliferan estos establecimientos que, cada vez amparados por grandes cadenas buscan atraparnos con toda su artillería, con todos los libros posibles para que disfrutemos con ellos y soñemos, para que, con ellos, lleguemos a la luna y a las estrellas…
Por ello se merecen un día sólo para ellas, para apoyarlas, para que sigan ahí ahora y siempre.