El orbe de fuego

(Inicio base del reto de @MaruBV13)

La luna brillaba esplendorosa en aquella noche invernal. Los dos se miraron, preguntándose qué hacer ante el panorama que se les presentaba. Frente a ellos

(Mi continuación al texto base @dolobera)

el lago helado se mantenía tranquilo,  como el bosque y la ciudad. Era lo propio del invierno pero… A sus pies descansaba el orbe de fuego hecho añicos. El orbe sagrado que con su calor, regulaba las estaciones. Ahora que estaba roto, la primavera nunca volvería, todo se quedaría congelado. 

– Sabes, creo que todavía hay esperanzas. Solo tenemos que repararlo y listo – comentó Emma.  

– No seas ingenua, aunque reparásemos el orbe de cristal de fuego, todavía necesitaríamos una llama de ave fénix para que volviera a funcionar. Y nadie los ha visto en siglos… Están extintos… 

– Vayamos a la biblioteca, seguro que algún libro nos ayuda… 

– Claro que sí… Tú siempre quieres solucionarlo todo con libros…  

Rupert nunca había entendido esa manía suya, pero bueno. A la mañana siguiente estaba el primero en la biblioteca dispuesto a buscar una solución.  

Entre tantos libros era difícil encontrar algún texto que les sirviera. Fue difícil y les llevó mucho tiempo, pero poco antes de la primavera, Emma consiguió dar con algo que les serviría.  Mira, el orbe de cristal de fuego fue forjado en las entrañas del volcán Akilmón.  

Eso está muy lejos, no llegaremos a tiempo… Además, no pone el hechizo que usaron. 

– No está tan lejos Rupert, no si vamos en escobas – dijo Emma sonando muy práctica. – En cuanto al hechizo… bueno aquí hay algunas instrucciones poco claras… 

Emma le enseñó la página con las instrucciones. Rupert la cogió y tras unos tensos minutos, rio con ganas. 

– Vale, no es tan difícil, conozco lo que hay que hacer. Se parece mucho a uno de los conjuros que usa mi padre – que alivió sentía por fin. – ¿Y cuándo partimos con las escobas? 

– Inmediatamente – se apresuró a responder Emma.  

Enseguida emprendieron el camino hacía el volcán Akilmón, tomando prestadas las escobas del equipo de atletismo, pues nunca entrenaban con ese frío. Volaron sin descanso y en pocos días llegaron. El volcán estaba despierto, y la lava se movía en el fondo del cráter. Perfecto. 

Rupert se dispuso a preparar todo lo necesario para realizar el conjuro cuando el volcán tembló a punto de entrar en erupción. Debían darse prisa. Rupert lo hacía lo más rápido que podía con la ayuda de Emma. El volcán volvió a temblar, pero Rupert ya lo tenía listo y empezó a realizar el conjuro.  

Poco a poco los fragmentos del orbe se fueron juntando hasta lograr recuperar su forma original. Emma lo quería coger, pero se tuvo que proteger de una explosión de lava que amenazaba con sepultarlos. De la explosión surgió un ave fénix que cogió el orbe con sus poderosas garras.

– ¿Qué estáis haciendo, oh simples mortales? ¿Y qué le ha pasado a mi orbe? – gritó furioso. 

– Se rompió después de que un cuervo negro lo robase y lo dejase caer cerca del lago Boklo. Sólo estábamos intentando arreglarlo… – contestó tímidamente Emma. 

– ¿Y cómo, si puede saberse pudo un cuervo robar el orbe? – inquirió algo más aplacado. 

– Lo dejamos entrar porque hacía mucho frío y cuando nos dimos cuenta se lo había llevado… 

El fénix graznó furioso ante la irresponsabilidad de aquellos jóvenes magos. Podían haber roto el equilibrio del mundo con semejante acción. Miró el orbe dándose cuenta de que estaba completamente reparado. Tal vez fueran irresponsables, pero eran inteligentes y con un gran poder mágico si habían vuelto a crear el orbe.  

– Está bien. Llevad de vuelta el orbe al templo, pero después volveréis aquí como castigo. No me obliguéis a iros a buscar – les lanzó el orbe y se volvió a ocultar en las entrañas del volcán.  

Emma y Ruppert, muy asustados hicieron lo que les había mandado el fénix. A su vuelta al volcán, encontraron una pequeña casita cerca de la cima y a un fénix menos enfadado que les dio la bienvenida. Quería que se quedasen para aprender la magia más antigua que solo unos pocos magos muy poderosos podían realizar. 

Así, ambos magos aprendieron del antiguo fénix y se volvieron los magos más sabios y poderosos que había habido en mucho tiempo. 

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