Erase una vez, tres sabios y estudiosos que trabajaban como profesores en tres de las más prestigiosas universidades del mundo, Oxford, Harvard y Cambridge… Se dedicaban a enseñar ciencia, historia y arte. Sus alumnos adoraban sus clases, lo que hacía que nunca faltasen. Eran unos profesores serios que llevaban una vida normal… durante el día. Por la noche, todo cambiaba.
Acudían envueltos en capas negras hasta unos destartalados almacenes abandonados y aunque esas tres ciudades estaban tan lejanas, cuando traspasaban sus puertas, los tres hombres se reunían en un mismo lugar, un gran taller mágico en el que fabricaban e inventaban todos los juguetes habidos y otros que aún estaban por haber. Cientos de pequeños gnomos se afanaban en dejarlos listos, preparando con esmero cada uno de los encargos.
A su llegada, los tres colgaban sus pesadas capas, se quitaban su pesadas coronas y no dudaban en apoyar a los gnomos con sus tareas, supervisando los juguetes, los encargos y, por supuesto, revisando La Lista. Esa lista que marcaba quien tendría su recompensa y quien un pedazo de carbón… Si, era un gran trabajo, un trabajo secreto en el que sólo trabajaban para los niños, esos niños inocentes y dulces que esperaban con ansía la llegada del 5 de enero para verles desfilar y, a la mañana siguiente, encontrar los regalos de sus majestades.
Cuando el alba llegaba, les costaba volver a sus aulas pero ni un solo día fallaban a ellas, ni siquiera cuando apenas un día después de su gran noche, volvían para revisar trabajos, deberes, exámenes… Volvían a sus tapaderas de profesores y sabios, mientras empezaban a preparar todo para el año siguiente, amparados por la noche.
Porque todo debía ser perfecto, mágico.
Porque ellos eran los Reyes Magos y como ellos mismos, la magia y la inocencia de los niños debían perdurar siempre…
Do.lobera 