
Ella soñaba con el cielo, con volar por él a lomos de su fiel amigo el dragón Etsuco. Era el sueño de ambos desde que eran niños. Sin embargo, al crecer, ambos se fueron dando cuenta de que eran diferentes. Ella era humana y él un poderoso dragón.
Un día, ambos discutieron muy fuertemente cuando, sin querer, Etsuco destrozó una parte del huerto de la joven Alicia. Se enfadaron tanto, que se dejaron de hablar durante mucho tiempo. Se distanciaron y Alicia se fue a recorrer el mundo. Más al no estar con su amigo, Alicia se metió en líos con un poderoso brujo. Este, muy molesto con la joven, la maldijo y la convirtió en una vieja cocinera a la que obligó a trabajar para él.
Pasó mucho tiempo trabajando incansablemente, cocinando… Un día, cuando tuvo que ir a buscar unos ingredientes al bosque, encontró un viejo pozo. Por un momento, pensó en pedir un deseo. Cogió una piedrecita y la lanzó al pozo mientras cerraba los ojos, concentrándose en pedir su deseo:
“Quiero volver a ver a mi amigo. Quiero volver a ver a Etsuco.”
Volvió a la cocina y siguió preparando la comida como cada día. Al llegar la noche se fue a dormir. A medianoche, un fuerte rugido la despertó. Salió a ver y vio a un poderoso y enorme dragón. Etsuco.
Se acercó a él, que no la reconoció al principio. Sin embargo, cuando ambos se miraron a los ojos, él se dio cuenta de que se trataba de su vieja amiga Alicia. Se iban a acercar, cuando el mago salió y se lo prohibió. El hechizo que pesaba sobre ella se lo impidió. Etsuco se dio cuenta, le rugió al mago y con su poderosa magia rompió la maldición que pesaba sobre Alicia. La conminó a subirse a su lomo y se la llevó de vuelta a casa.
En el camino, le contó que la había estado buscando durante mucho tiempo sin éxito. no fue hasta que la magia del deseo del pozo que logró encontrarla y acudió en su busca.
Alicia y Etsuco hicieron las paces, retomando su antigua amistad. Una amistad que nunca más se rompió.