
La anciana bruja por fin lo había conseguido. Tras años de arduo trabajo, había logrado que de una gota de agua se crease vida, incluso pequeños mundos. Ahora, en cada una de sus peceras, había un mini mundo acuático. Unos eran réplicas acuáticas del mundo terrestre, otros eran réplicas del mundo acuático y otros habían creado extraños mundos.
Entonces, encerró su mágica agua en un diminuto frasco a la vez que quemaba sus notas. Más su gatita, en un ataque de locura, tiró las peceras y el diminuto frasco al suelo, haciéndolos añicos. El trabajo de toda una vida roto.

Escrito para el reto de “Escribir jugando” del blog de Lídia correspondiente a la propuesta del mes de enero.
Vaya, triste final (y a la vez gracioso) y es que los gatos son imprevisibles jaja. Muy buen micro, Do. Muchas gracias por participar en el reto. Te mando un abrazo grande.
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