
El feriante atraía a niños y adultos a montarse en su maravilloso tiovivo donde los caballitos cobraban vida en cada vuelta. Ciertamente era maravilloso, mágico incluso. El feriante sonreía por todos aquellos que se subían, padres, niños e incluso parejas de enamorados…
Al caer la noche cerró su tiovivo contento por toda la recaudación que había conseguido. Sigilosamente, volvió a su carromato para lanzar el conjuro que convirtió a todos sus clientes en nuevos y mágicos caballitos con los que deleitar a más incautos.
Pronto podría proveer a su ejercito de todos los caballos que necesitaban.

Escrito para el espacio de “Escribir jugando” del blog de Lídia correspondiente a la propuesta del mes de abril
Me dejas con la boca abierta de asombro!! No me esperaba ese final, totalmente malvado e inesperado. Muy bien tramado el micro para llevarnos de forma inocente hasta el final impactante.
Buen trabajo, Do. Muchas gracias por tu aporte al desafío. Un abrazo grande 🙂
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Hola Lidia, muchas gracias por tu valoración, significa mucho. Siempre me agrada mucho participar en tu reto. Un saludo.
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