
En un reino muy, muy lejano que cayó presa de una maldición. Esta, ocultó el reino de la vista de los demás y lo transformó en una inmensa montaña. Nadie podía entrar, y nadie podía salir. Por suerte para ellos, su joven princesa no se encontraba en su hogar cuando sobrevino la maldición y se convirtió en su única esperanza para romperla, pues solo alguien del exterior, y que perteneciera al reino, podía hacer frente al hechizo. Sabían que ella era todavía muy joven y que tendrían que esperar años, más no les importaba si al final eran liberados.
La princesa creció en el reino vecino, reino de su tío materno, dónde aprendió el arte de la lucha con el maestro de armas. Le encantaba la esgrima, arte en el que nadie podía superarla. Le decían que no era algo que tuviera que practicar una chica, pero no le importaba. Desde niña le habían dicho que debería liberar a su reino y, para ello, debía saber pelear.
Cuando cumplió los 17 años, decidió partir a su reino para liberarlo. Para intentar ayudar a su sobrina, y en virtud de su gran destreza con la espada, su tío le obsequió con una poderosa y mágica espada, tesoro de ambos reinos. Cuando la empuñó, sintió que se llenaba de un gran poder mágico y supo que todo iría bien.
A lomos y su caballo, partió a la montaña encantada para liberar su reino espada en mano. Al llegar a la montaña, esta estaba cubierta por una espesa niebla. Se dispuso a entrar pero su caballo no la dejó avanzar hasta el punto de que la tiró de su lomo, saliendo corriendo en dirección opuesta. La princesa se quedó tendida en el suelo, inconsciente y la niebla también la envolvió a ella.
Despertó al día siguiente. Estaba confundida, no se acordaba de nada. A su lado, yacía la espada. La cogió y se adentró en el bosque extraño que la rodeaba. Avanzo poco a poco hasta llegar a un claro en el que había una gran piedra en el centro. La princesa se sintió atraída por ella, fue entonces que se dio cuenta que la piedra tenía una hendidura del ancho de la espada. Como en un trance, se acercó a la roca con la espada en alto para clavarla, pero antes de que pudiera hacerlo, alguien la apartó con fuerza haciéndole soltar la espada.
Cuando se recuperó y miró a su asaltante, tío que era un joven no mucho mayor que ella que estaba apartando la espada. Intentó recuperar su espada pero el chico se lo impidió.
-Está prohibido que se vuelva a poner la espada.
-Soy la princesa de este país y quiero liberarlo.
-Ya está libre y a salvo de la avaricia de los otros reinos.
La princesa no lo entendía y el joven la llevó al castillo donde estaban sus padres. Estos la recibieron con alegría y le explicaron lo que pasó años atrás.
Uno de los guardias se la había llevado junto con la espada clavada en la piedra. Por un lado necesitaban proteger el reino y por otro que ella aprendiese cómo era el mundo exterior. Más al parecer el guardia había muerto y su tío la había criado para que rompiese el maleficio. Y es que el hermano de la reina quería, como otros muchos, hacerse con las riquezas y la magia del país… Hubiesen querido ir a buscarla, pero estaban atrapados…. Ella no les guardó rencor y volvieron a ser una familia.
El reino oculto prosperó pijamas y jamás se tuvo que volver a preocupar por la avaricia de otros.
Mientras, en el reino del tío, este estaba furioso pues había perdido la oportunidad de hacerse con la magia. Intentó por muchos años volver a entrar, pero su sangre se lo impedía. Y, de hecho, en el mundo ya no quedaba nadie con sangre nacida en el país que pudiese abrirle nuevamente la puerta.