
Oí el sonido de una guitarra hipnotizó y me hizo seguirla. Caminé por encima de aquella antigua muralla hasta que la encontré. Un anciano rasgueaba las cuerdas de su guitarra en una bella melodía a cambio de unas pocas monedas.
Gracias a su música, mi espíritu afligido por los pesares del día logró serenarse. Me senté con calma mirando hacia el lago. Cerré los ojos y me deje llevar a un mundo en el que solo existía la música. Pero cuándo el músico vagabundo terminó su actuación, desperté abruptamente de mi ensoñación, volviendo a la realidad, aunque mis pesares permanecieron lejos y yo puede volver a casa, a mi puerto sana y salva…
Y antes de irme a dormir, soñé con esa música que me durmió plácidamente en un dulce sueño de fantasía.