La señora Carmen

La cabaña de la señora Carmen se encontraba en una encrucijada de caminos que llevaban al valle o a la montaña. Por ese camino nunca pasaba nadie, demasiado tranquilo. A Carmen no le importaba, era mejor así, no le interesaba que nadie metiera las narices donde no debía o peor, que fuera a la ciudad con su paradero. 

Un día, un intrépido escursionista pasó por la encrucijada  de caminos y llamó a la puerta de la señora Carmen para preguntar si le podía dar algo de comer ya que estaba muy cansado. Aunque la visita no era de su agrado, le dejó pasar y le preparó una suculenta comida que el joven devoró con ahínco. Tras descansar unas horas, se marchó para continuar su camino hacía la alta montaña. La señora Carmen agradeció que se marchase tan rápido, esperando que no le trajese problemas.

Pasaron unos cuantos días y la señora Carmen se relajó. Dejó demirar por la ventana a cada horay volvió a su vida normal en esa cabaña tan alejada. Se sucedieron las semanas y una mañana, mientras recogía algunas lechugas de su huerto, vio aparecer a los soldados del rey en el camino. Su secreto había sido descubierto  y el rey había enviado a sus hombres para llevársela.

La señora Carmen no estaba dispuesta a volver a su prisión en las cocinas del castillo y alamor obsesivo del rey por sus comidas. Jugando todavía con cierta ventaja, acudió al pozo de la casa y bajó por él hasta que a la mitad de su profundidad abrió la puerta del tunel secreto que había creado. Lo siguió durante horas hasta que llegó al final, a unos cuantos kilómetros de su cabaña.

Tras asegurarse de que no había ningún soldado en los alrededores, continuó su camino hacía su próximo destino. Volvería a las cocinas de la vieja escuela de magia, más allá de aquel reino, donde elrey no tenía poder.

Había querido ver mundo, pero este no había sido tan magnífico como esperaba. Al final, pensó que estaría bien volver a casa.