
En trineo
Con gran esfuerzo ambos hermanos arrastraron el trineo colina arriba. Hacía frío, pero en enero era de esperar y más si todo estaba nevado. Llegan a la cima algo agotados pero felices, sobre todo porque en ese momento empezaba la auténtica diversión.
El más pequeño se subió en la parte de delante esperando que su hermano lo empujase y se montase. Enseguida vieron cumplidos sus deseos realizándose a gran velocidad colina abajo.
El camino de subida, que antes habían tardado interminables minutos en subir, lo estaban bajando en segundos.
La nieve había vuelto el terreno, antes agreste, en una balsa plana que les daba la absoluta seguridad de que no chocarían con nada. Estaban equivocados. Cuando el pequeño vio el relieve de una roca asomar por encima de la nieve, era demasiado tarde para frenar o virar. Chocaron contra la roca y volaron varios metros para caer sobre la mullida nieve. También los restos del trineo quedaron hechos astillas y desperdigados alrededor del fatal obstáculo.
Se levantaron sin un rasguño gracias a la nieve y fueron a recoger los restos del trineo. Era una lástima que se hubiera roto, pero se lo habían pasado estupendamente. Recogieron los pedazos más grandes para llevárselos a casa. Más tarde lo repararían en el taller de su padre y también se lo pasarían en grande.
Muy lindo y entrañable. Qué bueno que no pasó a mayores. Cuando uno es niño todo disfruta.. Saludos.
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Hola Ana,
Por supuesto, es que con los niños todo debería ser con final feliz.
Saludos
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Es como si hubiera estado viendo una comedia americana para todos los públicos protagonizada por Jim Carrey.
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Hola, interesante percepción 🤔. Saludos
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