
Vestido azul
No entendía por qué su prima obligaba a todas las chicas a asistir a su boda vestida de azul. Llevaba días buscando un bonito vestido de ese tonto color pero ninguno de los que le gustaban eran adecuados para la ocasión por no decir que algunos de los que le gustaban eran demasiado grandes o demasiado pequeños.
Qué norma tan tonta con lo bonito que eran las bodas con vestidos multicolor.
Se estaba resignando a no ir cuando el día antes, y mientras volvía de la escuela, lo vio. Se trataba del vestido más precioso que jamás había visto y lo mejor de todo era su talla. Qué feliz era, ya podía ir a la boda.
Le tocaba llevar los anillos y llegó, con sus padres, muy puntual a la iglesia. Fue a ver a su prima, quería enseñarle su maravilloso vestido. Cuando la vio, soltó una risa amable y se le acercó.
—Qué guapas estáis las dos y qué azules — dijo dándole un beso en la mejilla.—¿Y dónde encontraste el vestido?
—El mío, me lo compro, mama en una tienda que hacen vestidos de novias en miniatura y el de Aria lo vi en una tienda que hay al lado del colegio. Si lo cumple ayer si no, ninguna hubiésemos podido venir.
Su prima volvió a reír.
—Pero Ana es especial.Y la hubiera dejado entrar de cualquier modo.
—¿De verdad?—preguntó con inocencia la niña.
—Claro que sí.
La niña también río. Aún así, estaba feliz de haber encontrado ese vestido. Así iban a juego. Abrazó con fuerza a Aria y se fue a buscar a sus padres. Todavía había tiempo.
—Tu prima es muy mona Aria. No se separa de esa muñequita.
—Claro que no. Se la regalé por su cumpleaños, así siempre me tendrá de compañera de juegos. La novia, Aria, y su dama rieron, mientras oían como la pequeña enseñaba orgullosa, su muñeca vestida de azul.