
Desde niña deseaba tener un unicornio, pero estos no existían. Deseaba modelarlo en porcelana pero era muy frágil y tampoco sabía cómo hacerlo. Solo tenía piedras de lapislázuli que sabía tallar. No era su sueño ideal pero empezó a tallar su unicornio con esta piedra. Cuando terminó, se enamoró de ella. Era más hermosa de lo que hubiera podido soñar. Lo colocó al lado de su ventana junto a un jarrón lleno de alhelíes. Mientras miraba a su unicornio y se dejaba llevar por la fragancia de las flores, decidió hacer más tallas de unicornio para que todos pudieran soñar.

Escrito para el espacio de “Escribir jugando” del blog de Lídia correspondiente a la propuesta del mes de abril
Qué bonito, Do! Me ha gustado mucho tu relato. Esas tallas de lapislázuli convertidas en unicornios, muy bonito. Muchas gracias por tu aporte al desafío de este mes. Un abrazo.
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Hola Lídia, muchas gracias, pero sobre todo a ti por el reto. Saludos
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Un unicornio de lapislázuli tiene que se un amuleto muy potente.
Besitos 😘
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