
Iba caminando tranquilamente por las calles de la vieja ciudad, mientras admiraba los detalles de los ya conocidos viejos edificios. En esas calles acostumbraba a reinar la paz y la tranquilidad pues son calle sin tráfico, por las que apenas transitan paseantes o coches. Sin duda un lugar pacífico dentro de una ciudad invadida, en estos días de primavera, por turistas de todo el mundo.
Así, mientras paseaba por los silenciosos callejones, me llamó la atención el ruido de una bocina. No era el sonido histérico de los coches cuando no pueden avanzar, de cuando tienen prisa… No, era un sonido suave que me intrigó. Estaba cerca del final del callejón y al llegar vi lo que pasaba. Un gran camión estaba pitando para evitar atropellar a una distraída palomita. Esta iba a su bola y se alejó tranquilamente del trayecto del camión dejando claro que se apartaba porque ella quería. El camión pudo continuar su camino y yo sonreí ante la escena tan curiosa.
Es un bueno ver estos actos de bondad.