
—Mi príncipe—le saludó Lamia con una inclinación y sus alas abiertas.—Soy la fénix Lamia, guardiana del bosque que rodea la capital.
—Te conozco guardiana, te vi a lo lejos en una ocasión en que viniste a hablar con mi padre y en alguna otra ocasión cuando he ido al bosque.
Lamia no recordaba haberlo visto. ¿Cómo era posible si ella siempre estaba al tanto de lo que sucedía en el bosque?
—¿Qué deseas de mí?—preguntó con suspicacia. Temía que hubiera descubierto su secreto.
—Deseo conocer toda la información acerca de la caballera Siriel a la que ordenasteis hace cinco años. He leído su informo y se indica que fue nombrada caballera después de demostrar su valor salvando a una familia entera de un incontrolable.
Akal suspiró. Si solo era eso no tenía nada que temer. Recordar aquel suceso y a Siriel le produjo un ligero sonrojo.
—Bueno… Pues verás… Esto… Ese día había acudido en representación de mi padrea a una fiesta en la mansión del conde Frío para celebrar el inicio del invierno. La casa estaba llena de invitados bailando, abriendo o buscando regalos, comiendo y bebiendo cuando una bengala prendió una de las cortinas. Debía tratarse de una bengala mágica pues no hubo manera de apagar el fuego y este empezó a propagarse con rapidez, impidiéndonos a muchos la huía.
«Siriel había visto el fuego desde lejos y acudió en nuestra ayuda. Atravesó el fuego y nos fue abriendo camino para que saliéramos. Tenía un amuleto de dragón que la protegía parcialmente, pero no impidió que acabará llena de quemaduras.
«Estábamos intentando ayudarla cuando apareció la dragona Kara enfurecida. Se aseguró que estuviera a salvo y trató de sofocar el incendio. Sin embargo, el fuego tampoco la hacía caso. Veíamos impotentes como la casa se quemaba cuando a Siriel se le ocurrió tocar una flauta mágica de conchas marinas que convirtió la nieve en agua y apagó el incendio.
«Tras el esfuerzo, Siriel quedó inconsciente durante días. Yo también me quedé durante días a la espera de que se recuperase para agradecerle la ayuda. También quería nombrarla caballera. Ella se rehusó a mi propuesta, a la del conde Frío y a la de otras personalidades, pero Kara la convenció para que hiciera las pruebas y jurase proteger al reino.
«Tardó un año en venir a la capital para realizar las pruebas y durante ese tiempo fueron llegando historias de sus logros. Ayudó a un pueblo a reconstruir un puente, ayudó a gente que era robada o asaltada por el camino… Evidentemente pasó las pruebas y pedí a mi padre nombrarla caballera yo mismo.
Calló. Recordaba el preciso instante en que la nombró poniéndole la espada en cada uno de los hombros. Estaba muy guapa…
—¿Le ha pasado algo?—preguntó cuando se dio cuenta de que no era normal que el fénix guardián del bosque preguntase aquellas cosas.
—En realidad no, pero necesitaba información de ella. Muchas gracias alteza.
Y Lamia remontó el vuelo, en busca de más información, no estaba convencida. Un fuego que no podía controlar un dragón era muy extraño aunque la mágica agua invocada por una flauta de concha de mar era normal que lo apagase.
El príncipe Akal, se dio cuenta de que algo le ocultaba el fénix y continuó con su plan de ir al bosque, aunque, no iría al río.