
La encontraron caída, con sus alas rotas. Todavía brillaba como un ángel. Con cuidado le crearon una camilla para llevarla a casa. A su paso por el campo, muchos se burlaban de los niños incapaces de verla. En el hogar, otra ángel la curó, aliviada de que le pudieran sanar las alas, pronto volvería a casa mientras ella se quedaba cuidando de la infancia.