Crimen del azúcar

Son las nueve y media y en la cocina se ha cometido un terrible crimen. En el suelo, olvidado y dejado a su suerte está el cuerpo del delito, cientos de granos de azúcar cubren el suelo oscuro de la estancia, creando un fino y dulce manto blanco, simulando fría nieve de invierno. Pero no es si no azúcar y las dulces hormigas pronto irán a buscar su recompensa. Aunque, seguramente, el culpable vendrá en breve a recogerlo.

Son las diez y el culpable no ha encontrado la pala y la escoba que nadie se ha molestado en ocultar y que siguen en su sitio de siempre. Además, este podría preguntar ¿verdad? No está solo en el edificio. El cuerpo del delito sigue esparcido brutalmente sobre el suelo de la cocina como recordatorio para que el culpable vuelve a deshacerse de él.

Son las once, los sospechosos habituales vuelven a la escena del crimen. La pala y la escoban vibran por el trabaja que pronto van a realizar. Están ansiosas. Pero ningún sospechoso da la cara, nadie se reconoce como culpable, al parecer tampoco conocen a ninguna pala ni a ninguna escoba y se van.

Son las once y media y un alma caritativa, amiga de la pala y la escoba ha barrido la escena del crimen. Los interrogatorios encubiertos empiezan a través de TEAMS, se interroga a los testigos que lo han visto todo, mientras otros oyen al culpable alardear del crimen. El sospechoso se ha delatado, pero ¿cuál es el castigo que se merece?

Tras deliberar se toma una decisión, el azúcar, por muy dulce que sea, es nocivo, lo dice la misma OMS, y por tanto, a un criminal tan dulzón se le va a privar de su dulce tentación. Ya no va a haber más azúcar, y quien quiera endulzar su café deberá traer de su casa la dulzor o con un café amargo se tendrá que conformar.