Caía el agua por la ducha, derramándose sobre sus agotado cuerpo
El agua devolvía a la vida cada uno de sus músculos, revigorizándolos
Adoraba mojarse con ella, relajarse con su toque…
De ser posible se quedaría eternamente bajo el chorro de agua
Pero no podía, cada preciada gota era sagrada, y como tal debía protegerse
Una vez estuvo limpia, cerró el glifo y salió, asegurándose que ni una gota de más fuera derramada
Ella no era egoísta, ella cuidaba del agua en esos tiempos de sequía.