
Mientras Galena y Lamia se recuperaban de aquel periodo sin magia, Akal continuó con la búsqueda del equipo de rescate. A cada paso que daba, el tímido y poco valiente Akal desaparecía para dejar paso a un valiente guerrero.
A la siguiente que rescató fue a Siriel, la tendió la mano y la ayudó a levantarse. Al verle la joven guerrera se sintió reconfortada y aunque ya no tenía ni su espada ni su armadura sabía que el peso de la misión lo compartía con el joven príncipe del reino de Lobera. Sabía que podía volver a ser una heroína pero esta vez estaría acompañada por amigos. Continuaron caminando por los túneles y mágicamente la armadura y armas de Siriel volvieron a ella.
Al siguiente que encontraron fue a Tomás atrapado entre las gigantescas zarzas y espinos. Nuevamente estos cobraron vida y fueron a atacar a los jóvenes rescatadores. Desenvainando sus espadas empezaron a cortar las malévolas plantas que en esta ocasión empezaron a retirarse para no volver más. El leñador se encontraba encogido pero entre los dos amigos le levantaron y recuperaron su hacha que seguía intacta a unos pocos pasos.
Solo quedaba por rescatar a Ginega. Aunque llevaban caminando todo el día por diferentes túneles y pasadizos subterráneos, ninguno de los tres se planteó dejar la búsqueda de la giganta para el día siguiente. Volverían a la caverna del lago todos juntos.
Llegaron a una intersección donde uno de los dos caminos irradiaba una total oscuridad. Aunque les asustaba seguir ese camino, Akal decidió adentrarse en él. La luz de sus antorchas se volvió débil y solo podía iluminarles a ellos tres. Caminaban ciertamente a ciegas en busca de Ginega. A veces sentían la necesidad de parar y quedarse ahí pero Akal no lo permitía, se forzaba en continuar hacía delante.
En un determinado momento tropezó y cayó al suelo. En ese momento estuvo a punto de dejarse vencer por la desesperanza, pero eso fue antes de ver que había tropezado con el cuerpo dormido de Ginega. Entre los tres trataron de despertarla de su sueño pero no pudieron y entre Akal y Tomás la apoyaron en sus hombros para llevarla de vuelta a la caverna donde Galena y Lamia les esperaban.
Haciendo unas cuantas paradas para descansar volvieron sobre sus pasos por una caverna que cada vez tenía más luz y que ofrecía un único camino con las marcas de Akal.
Continuará…