El resto del equipo llegó unos días más tarde. Habían encontrado a los caballos que habían huido antes de entrar en el camino Tenebroso. Verlos pastando cerca de la antigua montaña de las tinieblas había supuesto un alivio para el grupo que veían como el tiempo de viaje disminuía. El trayecto hacía los Jardines de la Alegría, lo hicieron sin prisas parándose a descansar algunos días seguidos en el mismo lugar.
Galat’z volaba casi siempre y cuando se cansaba se posaba a descansar en la grupo del caballo de Tomás, era al que más conocía y el que le cuidaba cuando Lamia se iba. En ocasiones iba con Siriel que le contaba cosas de Kara, su madre dragona y el magnífico tesoro que le esperaba si volvía a las montañas altas. A menudo se dormía con esas historias, cayéndose del caballo. Galena iba montada con Akal mientras Lamia volaba tranquilamente sobre los jinetes.
Al visualizar los Jardines de la Alegría la fénix se acercó volando hasta los dos gigantes que cuidaban con mimo las plantas y flores del jardín. La vieron acercarse para gran alegría de Ginega que corrió a buscar a sus pequeños amigos para presentárselos a Godofrego. Les salió al camino y les subió en la palma de su mano, o de lo contrario habrían tardado horas en llegar.
Godofrego se sentó a escuchar su maravillosa historia. Cuando terminaron, Ginega y él les prepararon una deliciosa comida hecha con algunas de las frutas y verduras que habían crecido esos días. Era un comida completamente vegana que satisfizo todos los estómagos.
Decidieron hacer un alto en su viaje de vuelta a casa y quedarse con ellos unos días. Sabían que pronto se tendrían que despedir pero, mientras tanto, disfrutarían de todos los cuidados de la pareja de gigantes.
Continuará…
Do.lobera 