
No nieva en Mallorca, no hace frío suficiente y la reina de las nieves llora por no poder ver el manto blanco que cubría su hogar. El rey también está triste pues no sabe qué hacer para hacerla sonreír. Ya intentó convocar al frío y la nieve pero Mallorca no está en su ruta. Y ambos languidecen por nostalgia e impotencia.
El rey a un sabio a convocado para encontrar una solución a este mal que aflige a su amada reina de las nieves.
«Un árbol hay su majestad, que en enero florece de blanco y el suelo cubre con sus pétalos como una falsa nieve de seda. Los almendros son su majestad, árboles que podemos plantar.»
«Plantadlos así pues, que a mi reina una sorpresa deseo dar. Y el próximo invierno, sonreirá una vez más.»
Las órdenes del rey se cumplieron a la perfección y toda la isla pronto de almendros estuvo cubierta. Al llegar el enero, todos florecieron con sus flores blancas y sus mantos de nieve floral. La reina sonrió y a su esposo besó, enamorada cada vez más de ese, su rey, que hasta la nieve había sido capaz de invocar.
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