La palabra Justicia es bonita. Nos dice que los malos actos estarán siempre castigados y perseguidos con el fin de reparar un daño o evitar que se produzcan otros más en la sociedad.
Es un icono que se representa como una dama con los ojos vendados, una balanza y un libro que representa la ley. Al no ver, no sabe a quien juzga, y le impide el favoritismo. Todos somos iguales en su presencia, ante la ley, ante la justicia. No entiende de orígenes ni de estatus. Ella sólo hace caso de su carta magna, la ley. Lo que hay ahí escrito, decanta la balanza hacía un lado u otro.
Lucha contra la corrupción, los crímenes, falsedades… y siempre tiene que dar con la verdad. ¿Siempre…?
¿Cuando se empezó a usar esta palabra, a llevar su significado a la práctica? Son muchos años, miles y miles… y después de tanto tiempo le está pasando factura. Se ha cansado y como otros antes que ella, ha caído en la trampa de la sociedad. Ya no es lo que era. De vez en cuando se quita la venda y observa a quien tiene delante. Mueve hilos, consiguiendo que la balanza caiga en favor de su protegido.
Necesita una medicina que la salve y le devuelva la cordura. Necesita ser nuevamente la que era. La gran dama. Mujer perfecta que siempre hace lo que debe para el bien de todos.
Si no sana, el mundo estará perdido, a merced de aquellos que han logrado gustar a tan altiva dama.