
La canción de las cigarras aumenta con cada grado, escondidas entre las ramas de los árboles, invisibles al ojo humano. Cantan al verano, al sol guiado por Apolo. Es su rezo, su alabanza. Son los rivales del grillar nocturno de la oda a Selene, diosa lunar. Son la dualidad del canto al día, a la noche.
Nadie les ve, pero se hacen presentes. ¿Qué sería el verano sin el sonido de la canción de las cigarras?¿Qué sería la noche sin el grillar de la noche? Un silencio incómodo, antinatural…que aumentaría la soledad del mundo.
Cigarras de verano, cantando, amenizando el verano, los ratos de calor en la terraza, en la playa…tomando el sol, no dejéis de cantar.