
Hace mucho, mucho tiempo, un avaro mercader escondió bajo tierra todas sus joyas y dinero por temor a que se las robasen. Poco tiempo después, el mercader murió en soledad y se llevó a la tumba el secreto de la ubicación del tesoro. Muchos intentaron buscarlos, más ninguno lo encontró.
El tiempo pasó y el tesoro siguió enterrado. Un día, había un leñador talando los árboles del bosque. Mientras analizaba qué árbol iba a cortar, encontró uno caído que había dejado un gran agujero en la tierra. Se acercó a él y vio que algo brillaba. Entró en el agujero y se dio cuenta de que había un cofre enterrado. Con cuidado y talando alguna raíz, consiguió sacar el cofre. Al abrirlo, se encontró que estaba repleto de joyas y oro.
Así, de la noche a la mañana el leñador se volvió inmensamente rico y nunca más tuvo que volver a preocuparse por el dinero.