
Diario – Odisea en la cocina
La cocina es toda una aventura, sobre todo para aquellas primerizas que apenas saben cocinar y son despistadas como yo misma. Hace unas semanas quise hacer pechuga de pollo al microondas, si al microondas, gracias al estuche de vapor de lekue. No hay nada más sencillo que eso, solo necesitas los ingredientes y casi casi ponerlos tal cual ya en el estuche, ponerlos al microondas y disfrutar de una deliciosa comida. Sin embargo, a pesar de que ya había cocina en otras ocasiones unas pechugas con resultados gratamente sorprendentes, ese día en concreto la lie.
En primer lugar puse azúcar en lugar de sal. Eso me pasó porque tenía el azúcar y la sal en dos cacharros muy parecidos. Cuando me di cuenta, intenté quitar el azúcar, pero fue imposible, ya había sido absorbido. En vez de tirarlo, añadí la sal. Si salía pasable, pues comería algo, si no, ya lo tenía perdido. No contenta con confundir la sal con el azúcar, me olvidé de incluir el aceite. Así, cuando al cabo de 20 minutos estuvo listo y me llevé el primer bocado a la boca, tuve que escupirlo. Todo el pollo estaba dulce e incomestible.
Como salida a esa desastrosa comida, cogí unas tostadas y algo de queso de extender y tristemente comí eso. Esa misma tarde puse en los tarros del azúcar y la sal, una etiqueta identificativa que evitase futuras equivocaciones dulzonas o saladas, que ya me veía yo que un día cualquiera, acabaría con el café salado.