En la libertad de la playa, en el suave arroyo de las olas, en la caricia del sol y de la brisa marina… Marisa encontraba su libertad. Podía respirar, podía cerrar los ojos y dejarse llevar. Por eso intentaba ir a las más recónditas calas, lejos de la muchedumbre, lejos del gentío. Tenía hambre de ser ella de dejar ir su alma atormentada por el trabajo y las cargas…
Si, las playas eran su lugar favorito, su puerto seguro y allí soñó en crear su casa, una casa de aire, viento y mar con los delfines como guardianes marinos…
Escrito para el espacio de “Escribir jugando” del blog de Lídia correspondiente a la propuesta del mes de diciembre
Hola de nuevo, Do. No parece escrito corriendo. La verdad es que da para una historia más larga. Me gusta. Muchas gracias por tu aportación al desafío de este mes. Te mando un abrazo grande.
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Hola, Lídia,
Pues en verdad lo escribí rápido porque estos días voy con el agua al cuello y falta de inspiración, pero me alegra de que, aún así, salga algún relato bueno.
Muchas gracias,
Saludos
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