Todos nuestros actos deben estar guiados por aquella justicia que nosotros creemos como propia e idónea, pero hay que ir con cuidado con ella. Toda la justicia que dictemos debe seguir los dictados de la libertad individual, de la democracia, los principios humanitarios y el mundo. No puedes seguir una justicia individualista que haga daño a otras personas o al mundo en general.
Pero es importante tener unas nociones de como se debe impartir ésta justicia y siempre debe regirse por nuestros valores morales, que previamente se deben haber definido. Como ellos, estos parámetros de justicia pueden ir cambiando con el tiempo.