Érase una vez una madre de 7 hijos que se encontraba sola después de que su marido hubiera sido enviado a prisión gritar a un Lord con mal carácter. Estaba sola y aún así, era capaz de sacar adelante a sus hijos gracias al huerto que tenían así como a la ayuda que recibía de sus hijos. Todos echaban una mano en casa, en el huerto o en el mercado. Tanto trabajo tenían, que se les hacía difícil recordar a su padre.
A pesar de todo, la mujer quería sacar a su marido de la cárcel. No sabía cómo pero tenía que hacerlo. Entonces, recordó el regalo que le hizo su hada madrina el día de su boda. Fue a buscarlo al hueco que había debajo de la chimenea. Todavía estaba envuelto y dentro de una pequeña cajita. Deshizo el lazo y le quitó el papel. Al abrir la caja, se encontró con unos polvos y una nota:
“Con estos polvos podrás volar sólo echalos en tus zapatos y empezarás a caminar por el aire.”
Siguió las instrucciones y empezó a caminar por el aire hasta la prisión. Abrió la ventana de la celda de su marido y se lo llevó de vuelta a casa. Para evitar que los buscaran, usaron los polvos para irse la familia entera hasta un palacio en ruinas que se hallaban las nubes. Allí renovaron el castillo al que empezaron a acudir todas las hadas madrinas para celebrar reuniones y fiestas. La familia cultivaba a parte de comida, polvos voladores con los que, en ocasiones, bajaban a su antiguo hogar para continuar manteniendo buenas relaciones con sus vecinos.