
El unicornio, blanco y radiante, partió en busca de aquel a quien debía dar su don mágico. Buscó por las montañas y los bosques del país, pero no lo encuentro pues esa persona se había ocultado en una cueva bajo tierra.
Durante muchos años había vivido mirando su reflejo, comprando y comprando más y más espejos hasta acabar en la ruina. Había olvidado quién era y por eso el unicornio no había podido encontrarle.