Si hay algo que todo fan de Harry Potter desee de todo corazón es la llegada de la tan ansiada carta de admisión en la escuela Hogwarts de magia y hechicería. Da igual la edad que se tenga, da igual dónde se viva, porque ya desde finales de junio, todos empiezan a atisbar por la ventana la llegada de una lechuza con su carta. Cada año esperan y cada 1 de septiembre intentan ir a la estación de King Cross para cruzar al anden 9 3/4 para coger el Expreso de Hogwarts… Sin ir más lejos, yo misma estuve deseando, durante años, la llegada de esa lechuza con la carta de aceptación a Hogwarts. Sin embargo, y tras mucho tiempo pensándolo, me he dado cuenta de que esa carta nos llegó a todos hace mucho tiempo.

En el momento en el que abrimos el libro de «Harry Potter y la piedra filosofal», o vimos la adaptación cinematográfica, recibimos, junto a Harry Potter esa carta de manos de Rubeus Hagrid, guardián de las llaves y los terrenos de Hogwarts. Fue entonces que el castillo nos abrió sus puertas, fue entonces que conocimos el mundo mágico… Con Harry, fuimos aprendiendo a hacer magia, a convertirnos en magos. Evitamos que Quirell robase la piedra filosofal mientras fantaseábamos con el espejo de Oesed. Descubrimos que la cámara de los secretos era real y que ocultaba al peligroso basilisco. Tuvimos miedo de los dementores y descubrimos que es peligroso jugar con el tiempo. Participamos en el Torneo de los Tres Magos y vimos resurgir al señor Tenebroso. Fuimos al Ministerio de Magia a rescatar a Sirius Black. Descubrimos el pasado de Lord Voldemort. Buscamos los Horrocruxes y luchamos en la batalla de Hogwarts…
Vivirlo, leerlo o verlo nos ha hecho magos, nos ha hecho recibir la carta y acudir al colegio. Porque nosotros somos los que creamos la magia, si creemos suficientemente en ella… Recordemos las palabras de Albus Dumbledore:
«Las palabras son, en mi no tan humilde opinión, nuestra fuente más inagotable de magia, capaces de infringir daño y de remediarlo»
Y es verdad, las palabras son mágicas y un escritor es quien mejor puede llegar a entenderlo.
Todos hemos recibido ya nuestra carta. Yo la recibí sobre 2002 y soy una orgullosa estudiante de la casa Ravenclaw. Una chica curiosa, creativa y soñadora y este es el himno de mi casa.

Yo soy de Ravenclaw y lo digo con orgullo,
No me escondo aunque esté en el abismo.
Con entusiasmo lo digo no importa que haya un lío,
Porque yo soy de Ravenclaw y lo digo con cariño.
Estés en mar o tierra no te confundas,
Porque siempre estarás con un ave,
Hasta que acabes de recorrer tu largo camino.
Siempre estarás acompañado de un gran amigo.
En la buenas y en las malas siempre contaras conmigo,
No importa si eres muggle o mago.
Estarás siempre contado,
Para ganar la Copa de los Magos.
Siempre inteligentes seremos,
Porque nunca se nos acabarán los cerebros.
Siempre volaremos hasta la cima,
Aunque a veces nos caigamos encima.
Pero nunca nos rendimos,
Porque somos de Ravenclaw
Y siempre lo he dicho.